El universo es enorme.
Se calcula que es varias veces la Manga del Mar Menor.
Pepín Tre
A veces cuando explico las aventuras de la última salida nocturna a mis amigos no-fotógrafos noto que sus ojos se mueven sin parar entre el asombro y la compasión. Por supuesto a mi madre estas cosas se las explico siempre por encima, sin entrar mucho en detalle. Supongo que otros fotógrafos nocturnos se encontrarán en esta misma situación. ¿Y no te da miedo estar solo, en medio del bosque, las negras noches sin luna, rodeado de animales salvajes, a cien kilómetros del próximo humano, helado de frío y probablemente sin cobertura en el móvil? Yo les digo que no, no tengo miedo. Provengo de una ciudad y de un barrio donde pasear por la calle de noche sí que era un auténtica actividad de riesgo. Allí podías cruzarte en cualquier esquina con una manada de fascistas asilvestrados o con el yonqui de turno buscando desesperadamente cien duros jeringuilla en mano. Aquí, en la montaña, son los demás los que tienen miedo de mí. Yo soy un hombre herbívoro y apacible. Sólo quiero disfrutar del cielo y fotografiar las estrellas pero el rebeco, el zorro y el jabalí no se detienen a preguntarme por mis intenciones. En cuanto notan la presencia humana huyen a toda velocidad. Ellos también tendrán sus experiencias.
En realidad cuando estoy solo, en medio del bosque, una negra noche sin luna, rodeado de animales salvajes, a cien kilómetros del próximo humano, helado de frío, sin cobertura en el móvil y esperando que la constelación de Sagitario se levante y ocupe ese hueco que dejan en el cielo las copas de los árboles siento algo muy cercano a la felicidad. Observar el inmenso y silencioso cielo estrellado es una sensación única, no sólo por su extraordinaria belleza sino por todas las preguntas que despierta en la curiosidad humana. Es como regresar a esa remota etapa de la primera infancia en la que sólo comprendías la superficie de las cosas y te pasabas el día preguntando ¿Y por qué? ¿Por qué? ¿Por qué??? A pesar de nuestras limitaciones y a pesar de la Iglesia hemos ido descubriendo algunos de los secretos del universo a lo largo de los siglos pero, como decía Sagan, tan sólo nos hemos asomado a la orilla cósmica.
Puedes estar tranquila, mamá. Esta es una actividad preciosa y muy segura. Los fotógrafos nocturnos y de naturaleza tomamos precauciones y tenemos nuestras propias normas de seguridad. Nunca más de tres gin-tonic por sesión y por supuesto nada de alucinógenos cuando estamos solos en el bosque por la noche. Existen algunos riesgos pero sabemos cómo desplazarnos en la oscuridad y cómo tenemos que actuar en caso de cruzarnos fortuitamente con un yonqui, un vampiro o un astrónomo. Además siempre dejamos previamente un mensaje a alguien cercano con nuestra localización. De esta manera cuando sufrimos un accidente, nos devora la fauna del entorno y en el lugar del suceso sólo quedan restos de trípode y hormigas obesas podemos saber si esa persona nos quiere de verdad.
Las sesiones con psicotrópicos son las más creativas. Sin embargo el proceso de enfocar
y calcular el tiempo de exposición en estas condiciones puede llevar horas.
Sobre riesgos, precauciones, drogas prohibidas y recomendadas en fotografía nocturna también hablaremos el 7 y 8 de junio bajo un inmenso cielo estrellado.
me encanta leerte
Muchas gracias, Ana.
Es un placer tenerte de seguidora.
Un abrazo!